#cientificidadporfavor

 En los últimos años hemos presenciado un boom de metodologías emergentes con las que nos han bombardeado incansablemente para ser, según ellos, mejores docentes. Pero ¿cuántas de ellas han sido validadas de manera científica? 

Desde mi punto de vista es crucial mantener el rigor científico y basarnos en evidencias demostradas para poder conseguir un proceso de EAF (enseñanza-aprendizaje-formación) exitoso. Para muchos, la educación son postulados que se siguen porque sí, pero lo cierto es que se están llevando a cabo investigaciones -y cada día más- sobre cómo aprende nuestro cerebro y qué metodologías con más efectivas.

A día de de hoy siguen existiendo infinidad de mitos sobre el aprendizaje debido al alto porcentaje de personas que los creen a pies juntillas y pasan de generación en generación. Y no tienen base científica.

Es por eso que nuestra labor como docentes, entre tantas otras, es ofrecer estrategias de aprendizaje que estén avaladas científicamente: practica espaciada, la evocación, conectar los conocimientos nuevos con los que ya habíamos adquirido para dotarlos de sentido o tener en cuenta la curva del olvido, entre otros.



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